En España creo que tenemos un concepto erróneo del Estado del Bienestar. Tenemos la tendencia, mucho en la línea progresista por cierto, de que la generalización de unos servicios determinados, en cierta forma gratuitos o subvencionados sueño la panacea que nos duró hasta el Nirvana social y a pesar de la creencia general, no es así.


Desde una organización de Estado Autonómica que disparó los costes de la administración al aplicar indiscriminadamente en todos los territorios una reclamación de autogobierno que solamente se había reclamado desde Cataluña y Euskadi, pasando por unos servicios de protección social con unos costes insoportables por el descontrol existente en la concesión de determinadas ayudas, invalideces, prestaciones por desempleo, etc. o el despilfarro de los recursos en el entorno sanitario o educativo. A los españoles en Europa nos miran como el protagonista del Lazarillo de Tormes y la culpa la tenemos solamente nosotros.




Viene toda esta parrafada por una cuestión que me toca directamente, por parte de mi hija, que está cursando el segundo año universitario y el "problema" que parece que les generará la aplicación del Plan de Bolonia, verdaderamente me supera. Después de muchas sobremesas en aquellas que he intentado entender las reivindicaciones que Mariona me explicaba, no lo he podido hacer. Y lo ligo en el convencimiento de que he expresado al principio, se parte del supuesto erróneo a mi entender, que todo el mundo tiene que estudiar una carrera universitaria cuando lo que yo creo firmemente, es que lo tiene que hacer quien realmente tiene la capacidad, el interés y el propósito de hacer el esfuerzo para sacar adelante una carrera, independientemente de la capacidad económica que tenga.


El Plan, viene de facto a rebajar el nivel de un ciclo universitario que ha sido el gran perjudicado del desbarajuste de la enseñanza secundaria, refrendado por los informes Pisa y Bofill y que nunca quién ha tenido la responsabilidad para hacerlo, sea de izquierdas o de derechas, ha tenido el acierto de poderlo arreglar, haciéndolo mucho más generalista que especializado y obligando necesariamente a aquellos que quieran que su paso por las aulas sea un activo a tener en cuenta en su currículum a la hora de ir a buscar trabajo, a cursar post-grados de especialización o Master, que alegan no podrán pagar.


Unos cuantos amigos míos que optaron por estudiar una carrera, a la vista del brillante expediente académico acumulado, fueron reclutados para diversas multinacionales, a base de darles trabajo y el compromiso de la continuación de los estudios en los EE.UU., Inglaterra, Francia, etc. es decir, la iniciativa privada o pública, viendo el mejor talento en dónde invertir, ya son lo bastantes hábiles para hacerlo, buscando el beneficio propio y de rebote de quién les ha podido demostrar la capacidad de trabajo y de esfuerzo en la época de estudiante. Obviamente quien no disfrutará de eso es el mediocre y me parece bien.


El resultado inmediato de salir de cualquier universidad con un título bajo el brazo es hoy en día la constatación palpable de ir a parar de entrada a las listas del desempleo o con mucha suerte, a vivir como mileurista durante los 5 o 6 años siguientes, en cambio la excelencia, la capacidad y el esfuerzo, siempre sueño cualidades buscadas y recompensadas, está por aquí por donde tendríamos que ir.


Desgraciadamente todavía es bien cierta la percepción que yo creía ya abandonada, en muchos jóvenes de la aspiración conservadora adoptada por el talante progresista, de acceder a una plaza de funcionario y permanecer allí para el resto de su vida, es necesario hacer un cambio de chip urgentemente, por que si no, no llegaremos a ningún sitio.