Monumento del descubrimiento - Lisboa - desembocadura del Tajo (foto edp 07-08-2005)


El papel de los descubridores, años ha, era el de demostrar que sus teorí­as sobre la composición terráquea y la existencia de los mal llamados "otros mundos" era cierta.

Armados con cartas de navegación rudimentarias , naves de madera tripulaciones enroladas muy a menudo como opción entre eso o ir a la cárcel y mucha confianza, se aventuraban mar adentro en busca de las Indias de sus riquezas y dones.

Aunque en la actualidad todos aquellos aventureros que posibilitaron que nuestros mapas, nuestra concepción de la tierra y la mentalidad de no ser centro del universo gozan de su bien ganado reconocimiento, a buen seguro contrastaron en su tiempo con las críticas y burlas que sus conciudadanos dedicaron a una empresa tan arriesgada que podrí­a haberse calificado de locura.

Y sin embargo lo hicieron.

Cuando en nuestro planeta ya no quedaba rincón por descubrir, se empezó por allá los años 60 con la conquista del espacio, la Luna, Marte etc. y en esas estamos.
La necesidad de descubrir nuevos horizontes es inherente al ser humano, bien sea para favorecer un simple intercambio comercial o simplemente por saber que es lo que se encuentra en el otro lado, en lo desconocido.

Muchas de estas palabras podrían aplicarse en nuestros días, sin embargo la fuerza que mueve a los 'aventureros' de hoy, es simplemente las ganas de vivir dignamente.