El otro príncipe de Asturias
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By edp

Fernando Alonso, está haciendo historia, en el “deporte” en donde la exclusividad barra el paso a excelentes pilotos y el entorno, además de un altísimo nivel de conducción y forma física, requiere sí o sí, un potente apoyo económico y mediático con el que él ha tenido la suerte de contar.
El asturiano es todavía muy joven y esto a la vez que extiende ante él la confortable alfombra del éxito, a veces se le vuelve en contra como en la rueda de prensa post GP de Brasil del año pasado, en el que prácticamente nos explicó que desde su domicilio del principado, había llegado al campeonato del mundo, prácticamente solo o las declaraciones que le dedicó recientemente a Michael Schumacher:
Yo creo que Zidane se fue con más gloria ¿no? Michael no hay que olvidar que es el piloto con más sanciones y más antideportivo que ha tenido la Fórmula 1 ¿no? Eso no quita que a la hora de conducir haya sido el mejor y sus números están ahí y quizás sean irrepetibles ¿no? Y luchar contra Schumacher en pista pues siempre es un honor y un placer para todos nosotros. Pero bueno si que pues a cada uno le llega la hora y hay que respetar su decisión y si al final se va el deporte de la Fórmula 1 va a ganar mucha más igualdad para todos."
Eso, Fernando, es pecar de soberbia. No ser agradecido con quienes han aportado su granito de arena al éxito propio, además de una soberana falsedad, es no ser humilde y una falta de tacto que con le paso del tiempo, seguramente subsanará.
Arremeter contra el propio equipo técnico al que siempre se le tiene que porcentuar con la parte de trabajo bien hecho que hay detrás de cada carrera y de cada entrenamiento, es poner al nivel de pilotaje demostrado una capacidad para no ser demasiado inteligente en los momentos que se requeriría lo contrario, que claman al cielo.
Esperando que concluya este campeonato con el objetivo perseguido, en el 2007 le espera con los brazos abiertos, otra escudería que ha visto en él la posibilidad de reverdecer laureles, McLaren Mercedes. No sea entonces tiempo de reconocer que lo que se tenía, no se supo valorar en su justa medida.
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