Vista del puente de las cadenas desde la colina de la libertad -Budapest- (foto edp - 11-08-2006)


Mi reciente viaje por Praga y Budapest, y de pasada por Bratislava también, vino a corroborar lo que me habí­a imaginado, el engaño que los regímenes comunistas han llegado a hacer en esos paises y a sus gentes, desde la finalización de la 2ª guerra mundial.

Atrás ha quedado un pasado en la que el individuo quedaba inbuido en la colectividad y un presente, cargado de optimismo caras a su puesta al día, pero con el hándicap de la necesidad de capital para volver a reconstruir sus ciudades, monumentos su actividad económica y social.

Por el camino quedarán seguramente, la seguridad proporcionada por el estado,(me sorprendió sobremanera la cantidad de mendigos que pululaban por las calles), la cultura y educación al alcance de todos, en definitiva, lo que de bueno pudiera haber aportado el marxismo, redes de comunicación a parte.

En el tránsito de un regimen a otro, siempre habrá quienes, por los motivos que sean, van a perder el tren, cosas como esta siempre ocurren, pero la libertad de la que ahora gozan bien vale ese reto.

La vida se ha disparado. Si ya es cara para un turista, no me quiero imaginar lo que representa para un checo, un eslovaco o un húngaro y ahora entiendo la facilidad con la que la prostutición, con orígenes de estos lares, ha tenido por las carreteras de nuestro paí­s, eso lo hace la miseria.

Las dos capitales, Praga y Budapest, son señoriales y dignas de ser visitadas, posiblemente sea mejor programar otra estancia para dentro de 5 ó 10 años y darles tiempo a que se reconstruyan.

Que encuentren su camino por su bien y el de todos, ahora es cuando más falta les hace tener las ideas bien claras.