cartell editat per CCOO en celebració de l'1 de Maig
He escrito varias veces en mi blogg, artículos sobre la inmigración, siempre poniendo mi punto de vista como eje central de los mismos ya que creo que , en este tema a diferencia de otros, es difícil cambiar de opinión.

Y lo digo tanto para los que piensan de la misma forma como para los que opinan todo lo contrario, y es que en este tema cada uno explica la película según a él le ha ido y ese registro perdura hasta que otro más potente logre modificarlo.

Pienso sinceramente que la inmigración no tiene más víctimas que la gente que por un medio u otro se ve en la obligación de abandonar su hogar, familia y amigos y jugándose la vida a veces en un cayuco o patera, intentar acceder al nuevo mundo en busca de la prosperidad económica y otras la libertad política que les permita mantener una vida minimamente normal.

Eminentemente el negocio lo hacen quienes se nutren de toda esta mano de obra, malentendiendo lo que es gestionar eficientemente una empresa, atendiendo simplemente a criterios de coste y contribuyendo decididamente a la creación de la nueva esclavitud, la de los sin papeles, sin hogar o sin derechos.

El negocio lo hacemos nosotros también, ya que directamente nos beneficiamos de ellos al consentir que consoliden un modelo económico en el que sin crecimiento, no hay futuro y en el que durante los dos últimos años, gracias a su trabajo, al de los inmigrantes, estamos consolidando ese estado del bienestar, por el que, paradojas del destino, hace que todos ellos decidan emprender la aventura de la inmigración.

Todos tenemos sin excepción nuestros prejuicios hacia una u otra raza, hacia uno u otro individuo pero lo que no es justo es que los antepongamos al sentido común, a la justicia y a la más mínima caridad humana, negando a alguien, por el hecho de ser distinto, derechos que no se nos ocurriría negar ni a nuestro mas enconado enemigo, siempre claro está, que este fuera caucásico, europeo y hubiese nacido aquí.

El fenómeno de la inmigración es hábilmente presentado por algunos interesados como una nueva invasión y se esgrimen aspectos de no integración, que a menudo tienen mucho que ver con la delincuencia, sin entrar a pensar que quienes los sitúan en esa disyuntiva, somos precisamente nosotros al negar el pan y la sal al que simplemente viene aquí a trabajar.

En lugar de criticar abiertamente al explotador que paga miserablemente a sus trabajadores, sean de la raza que sean, al propietario que alquila a precios abusivos auténticos chamizos o a la verdadera mafia que hacina en un bote a 100 seres humanos embarcándolos en una odisea de dudoso final, nos conformamos con criticarlos a ellos, simplemente.

Lo que tenemos que tener muy claro, es que el fenómeno, que en nuestro caso es completamente nuevo, en el resto de países de la UE lleva decenios produciéndose y es la indicación más fehaciente de que España ha ingresado desde hace tiempo en el club de los ricos.

Recordemos nuestra situación 20 años atrás y apliquemos esos sentimientos a los que hoy, nos han tomado el relevo.